Desde mi frío lejano pesan en mis
parpados la escarcha de una espera errada, y un dolor que no cesa.
Puedo atar
mis manos, cegar mis ojos, callar mis suspiros, nada sirve.
Lo que
siento sigue astillando toda idea de libertad o superación.
Ni el
refugio en otra piel alcanza.
Fundo mi
cuerpo motivada por la desesperación hiriente, pero el hambre al minuto
siguiente anuda mi estomago, eriza mis huesos y las manos abiertas mientras escurren el agua… siguen vacías.
Nada tengo,
aunque crea que alguna vez estuve en tus pupilas, aunque algo de mi te haya removido las entrañas o directamente se haya
quedado en vos.
Deseo
inocente!
La señal
cada vez es mas clara, has cerrado hasta tu cama y no dejaras que sea yo quien
te despierte de tu dulce letargo.
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