Da miedo tu detallismo.
Asusta en una forma
interesante, casi curiosa.
Me atrae la delicadeza en
tu forma de verlos,
uno por uno,
como partes o fragmentos
de algo o alguien pertenecientes a la inmensidad,
elegidos conscientemente
como un rasgo de cortesía, un dejo de amabilidad o afecto, para quien lo sabe
apreciar.
Ves en ellos el toque
imperceptible que distingue al conjunto,
realzando lo que miras y
sentís,
transformando la belleza
en lo sutil,
o la seducción en un
aroma.
Ves detalles por doquier,
detalles que se suman
para describir imágenes y sensaciones,
uniéndose en el infinito,
creando el mágico señuelo
que calla la voz
cuando las miradas se
funden
y la complicidad de las
sonrisas aplacan la expectación.
Procuras que nos
detengamos a ver más allá de nuestros ojos,
a no dejarnos conformar con la generalidad o
el todo que tenemos frente a la nariz,
para que renunciemos a la
ceguera que minoriza la importancia y significación del qué, como y cuando,
lejos de cualquier entendimiento o razón.
Da miedo tu detallismo,
que veas el valor de su
imprescindibilidad,
como si conocieras el
secreto que los circunda,
explorándolos porque en
ellos radica la esencia,
la particularidad minima
que nos diferencia, que nos asemeja,
que nos comparte, que nos
hace tan únicos.
Me asusta porque sabes
que nada seria de la vida sin ellos
y aun así me lo preguntas.
Mientras yo solo atino a
pensar
cuantos mas detalles de mi habrás logrado desentrañar.
Foto: Susan Burnstine
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