martes, 8 de junio de 2010

En busca de una realidad

Protagonistas de un acto real
Cayendo por el hueco de Alicia para perderse a la deriva de esa soledad que tanto infla la desesperanza, que tanto oscurece las miradas.
Ya no hay heroes, ni príncipes que vengan a salvarte de tu propia fantasía carcelaria.
Solo encontraras rastros de individualidades, de necedades
y un cuento que se repite circularmente,
donde el final es donde empezaste alguna vez.
Pero hay fuegos latiendo,
si miras fuera de tu galaxia podrás escucharlos soñar.
No son solo ideales lejanos, ni bocanadas de oxigeno para tu piel
Es expresión de deseo,
ilusión de corazones revolucionarios
que tan solo buscan con algo de suerte amar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estas buscando en el lugar equivocado...
para que el fuego se contagie tiene que arder primero dentro, para que la suerte llegue hay que confiar en ella, para ser feliz hay que empezar dentro de uno...

Ferchis dijo...

Tengo el fuego ardiendo dentro... y nadie me lo ha contagiado, ha nacido de cierta chispa que fui avivando dia a dia... de una chispa que estaba dentro mio y supe ver, supe sentir a tiempo...

como andas? hace mucho q no te encuentro... un beso!!!

Anónimo dijo...

Es verdad, ya no hay heroes y eso es lo mejor que puede pasar.. asi podemos empezar a amar y a vivir entre las personas, a construir las historias, con esfuerzo, con el mismo esfuerzo con el que hacemos las cosas en el trabajo, en la escuela, con esas mismas ganas hay que construir el amor y nuestras historias

noe dijo...

me gusto para aca...

No es el amor, lo sé, pero es de noche.

No es el amor, lo sé, pero es de noche
y yo estoy sola, frente al mar que espera
con las uñas viscosas de sus algas
y el sello de la sal sobre sus piedras:
sin cesar, desde el agua y las espumas
mil ramajes de brazos me recuerdan
que aguardan todavía
tendiéndome su ausencia.
Las mismas olas que devoran barcos,
que van hundiendo mástiles y velas,
tiran siempre de mí
salvajemente
ceñidas, enroscadas, como cuerdas.

No es el amor, lo sé, pero qué importa:
tiene su mismo rostro hecho de niebla
y su temblor febril y su acechanza,
tiene sus manos blandas que se aferran
con dura precisión.
Tiene su misma insólita presencia
con el prestigio de un fulgor pasado
y la futura soledad que empieza.
Tiene sin duda del amor la insidia
y el desgajado abandonar reservas
hasta quedar desnudo
como un árbol reseco.
Tiene el rondar la sangre
como un fantasma hambriento
sobre la inaccesible piel del mundo,
lamiendo inútilmente su corteza,
desesperado, ávido,
con la exacta impaciencia
del querer, del después,
del otoño y la espera.
Y aquel recomenzar desde la bruma
que es su signo quizá.
Y su señal más cierta.

No sé cuándo ha llegado:
es como un viejo amigo que regresa
con el rostro cambiado por los viajes,
las fiebres, el alcohol, las peripecias.
Reconozco sus rasgos,
su voz que ha enronquecido, pero es ésta,
su antigua voz que dice otras palabras
semejantes a aquéllas.
No es el amor, lo sé, y sin embargo
es su paso otra vez, y las caricias
recobran los caminos sin urgencia.
No hay palabras, y puedo estar callada:
todo es tan simple así, tan sin sorpresa
y es tan fácil estar, tan necesario.
No es el amor, tal vez. ¿Y si lo fuera?

julia prilutzky.-

besos peque!